Essex

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2.9.08

There's a River in the Valley

Casi al terminar la prepa, en el bachillerato donde estudie teníamos que realizar algo así como 260 hrs de servicio social y en esos días yo me la llevaba con kukulkan…
(
simón, así se llamaba el morro, su papá, el maestro de danza en la prepa estaba loco y llamaba a sus hijos con nombres extraños, Kukulkan, Canek (simón, como el luchador) y tenía otros 2 hermanos cuyos nombre extraños no recuerdo, Atlantis y Octagon tal vez.
)
Total que el Mario y el Kukulkan querían hacer el servicio en el zoológico porque al par de putos les gustaban los animales y cada uno tenía chingos de mascotas y yo por seguirles el rollo me les uní.
Los veterinarios eran 3, tenían entre 27 y 30 años, estaban morros y nos acoplamos con ellos de volada, las horas del servicio social las cubríamos los sábados y domingos por las mañanas. Los domingos para mí era un chinga porque todos los sábados me ponía a pistear y para el domingo, tener que entrar al servicio a las 8-9 de la mañana era un martirio con las crudas que llevaba encima pero aun así iba.

Los sábados iban 2 de los 3 veterinarios, uno era encargado de los reptiles y otro de las aves yo casi siempre le ayudaba al de los reptiles, las tareas era diversas, entre salir a las orillas a liberar cocodrilos, alimentar a las serpientes que era de las tareas más chingonas porque una vez al mes metíamos un mini jabalí a la jaula de la boa de las grandísimas y era toda una odisea para poder atrapar al jabalí, estrujarlo hasta romperle los huesos y tragárselo, que era de lo mas tardado, se la pasaba horas y horas tratando de engullirlo. Una vez nos metimos con las víboras de cascabel y, aunque ya les habían sacado el veneno, hacían sonar el cascabel bien cabron y si da un chingo de miedo ver como se encorvan para lanzarse sobre uno, el doc se rifaba tranquilizándolas diciéndoles “ora güerita, tranquila güerita” hasta que medio se tranquilizaban, a las jaulas de las boas de tamaño regular si se sacaba bien cabron entrar, que, aunque era muchísimo menos peligroso que con las cascabel y la boa gigante, tenían en la misma jaula… iugh, tenian… te-te-te-tenian… IGUANAS con ellas, i-ugh i-gua-nas, iugh, se burlaban de mi porque en esos turnos le cambiaba de lugar a Mario y mejor entraba con las –feroces- águilas que me dejaban todo aruñado (ja, es la primera vez que escribo la palabra aruñado), todo con tal de evitar esas inteligentes, peligrosas, psicoticas y muy arrugadas iguanas… de las verdes, iugh. IUGH. Una vez, cuando estaba dejando ratones en las jaulas de las águilas había una que tenia rota un ala y no le preste atención, y se me escapo, medio aleteando medio corriendo tuve que perseguirla cruzando tooodo el zoológico, hasta que se salió a las canchas que estaban a un lado y nadie me ayudaba, snif, hasta que la alcance y encerre, 1 kilometro después.

Los domingos estaba chilo porque el veterinario que iba ese día era bien pedote el buey, y a como me veía de crudo, me consideraba su hermano de resacas, nos poníamos de acuerdo y le dábamos todo el trabajo a Mario y a Kukulkan y él siempre llevaba las caguamas pa’ la cruda y nos la curábamos juntos, hasta que nos poníamos hasta la madre de pedos en la veterinaria jajaja. El se encargaba de los mamíferos; leones, chimpancés y demás, esos a mi me cagaba atenderlos, así que mejor me ponía a pistear con él, ja.

Cuando entre a hacer el servicio social, recién habían llevado al zoológico a 2 leonas, cachorros de apenas unos 5 o 6 meses de nacidas a las que me toco cuidar, estaban en exhibición para los morrillos y había un concurso para que les eligieran los nombres, como yo me la pasaba con esas 2 chingaderas todo el dia me di el lujo de bautizarlas como Pancha y Marijuana, ja, era bien cura porque después de que gano un morro por sus nombres, durante la premiación el morro las llamaba con esos nombres y ni lo pelaban, al terminar el evento la marijuana se puso loca mordiendo al morro y tratando de zafarlo le grité a la leoncilla “marijuana! marijuana! Tssshhh ‘mbre!” y nomas se quedaba toda quieta la pinchi leona. Al tiempo, cuando termine el servicio social, la leona estaba en exhibición en una feria-muy-popular-en-Culiacán y que la reconozco y me le echo encima diciéndole “marijuaaaaaanaaaaa” y ahí estábamos en la pendeja cuando me tocan el hombro, volteo y una morra con una voz bien sexi me dice:

Morra con voz bien sexi: puedo tocarla, es que me da miedo
pinchi Diego: si, claro, llegale
Morra con voz bien sexi: No, a la leona.
pinchi Diego: oh, claro, Oh, también puedes
(Ya ven como es uno, jajaja)
Morra con voz bien sexi: Tengo rato queriendo agarrarla pero me daba miedo y no quería que me regañaran
pinchi Diego: no hay pedo, no hace nada, y como los tipos que la cuidan ya vieron que me conoce, pos no me ha dicho nada, ja.

Y así fue como conocí a Gloria y… ya me canse de escribir a la chingada.

Ah, Pancha y Marijuana terminaron siendo vendidas a un circo, ni se a cual.
Las amé chicas.